La química del amor: El sistema nervioso autónomo altera todo el organismo
Estas son las ‘reacciones’ que experimenta nuestro cuerpo cuando nos contagiamos de esa ‘dolencia’ que llega a carácter de epidemia con la primavera.
Según la ciencia, así actúa el amor sobre nuestro organismo:
Un reino donde no entra la razón
El sistema nervioso autónomo altera todo el organismo. En él, todo es vehemencia y oleaje químico. Es el reino del orgullo, los celos, el miedo, la envidia y, ¡cómo no!, del enamoramiento, la pasión, el sexo.
A través de nervios microscópicos, los impulsos llegan a los más mínimos capilares, folículos pilosos, glándulas sudoríparas. El músculo intestinal, los genitales, la vejiga… todo el cuerpo recibe el bombardeo que parte de ese palpitante centro de las emociones y sensaciones.
Aquí no tiene cabida el intelecto ni la voluntad ni la estrategia. Las órdenes se suceden de forma efervescente, imperiosa: ¡dilatación!, ¡erección!, ¡secreción! En el territorio del sistema nervioso autónomo, la razón es una entrometida.
El coqueteo universal
Nadie se da cuenta, pero en ese océano de pasiones en que se sumergen durante las próximas semanas, el comportamiento de los enamorados podría ser considerado ridículo de no ser porque es tan humano como el comer. Estáis en la época del cortejo o coqueteo.
Los filósofos conductistas lo han estudiado en todas las latitudes y han llegado a la conclusión de que las señales que indican interés, disposición o rechazo erótico son las mismas en Laponia que en Honolulú.
En ese lenguaje, los ojos lo expresan todo. Por ejemplo, mirando mucho, intensamente o, simplemente, sosteniendo la mirada un poco más de lo que se considera normal. Otras señales: la sonrisa cándida; el aleteo de pestañas; los tocamientos continuos; el suspirar; el asentir a todo…
La importancia del físico
La conclusión de los expertos es que los hombres son sólo selectivos en lo tocante a lo físico y no tanto en el resto. Una vez que han decidido
que una mujer les gusta físicamente, pueden sucumbir al enamoramiento al instante.
En cambio, las mujeres valoran factores que pueden influir en su futura vida en común: carácter, situación económica
y familiar…
La explicación es simple. Durante decenas de miles de años, la vida de la mujer dependía muchísimo del hombre que elegía como pareja. Por eso, la mujer permite que la cabeza domine el corazón… pero no siempre funciona.
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