Desalinizadoras, una complicada solución
La desalación de aguas procedentes del mar es una de las grandes apuestas para solucionar el problema del agua en España. Es una de las alternativas que se barajan para evitar los trasvases, pero su implantación se ha convertido en toda una polémica. Su gasto energético y la contaminación que generan, supera con creces cualquier expectativa razonable.
Los partidarios de este sistema afirman que el consumo energético de estas plantas es muy inferior al coste la construcción de la infraestructura necesaria para un trasvase, y recuerdan que la ocupación del terreno y el desplazamiento de tierras son también menores. Los enemigos de recoger el agua del mar, mantienen que el impacto medioambiental que suponen las salmueras o los residuos de agua salada que genera este proceso de obtención de agua dulce, es devastador, ya que para eliminarlas sólo cabe su traslado y evacuación al mar, con la consiguiente agresión a la biodiversidad marina.
Pocos estudios sobre el impacto ambiental
Los escasos estudios de impacto medioambiental disponibles en la actualidad, informan de que los vertidos de las plantas desalinizadoras han causado reducciones de poblaciones de peces, mortalidad de plancton y corales en el Mar Rojo, desaparición de manglares y angiospermas marinas en la laguna de Ras Hanjurah en los Emiratos Árabes, y una contaminación importante de los fangos por cobres y níquel en Key West en Florida.
Los investigadores llevan años intentando encontrar una alternativa al problema del alto consumo de energía de las desaladoras. De hecho, existe ya una tecnología para crear energía basándose en la propia salmuera: un dispositivo llamado PE, Intercambiador de Presión, que transfiere energía directamente de la salmuera al flujo de alimentación sin los problemas de rendimiento de los ejes giratorios de alta velocidad de las fábricas actuales.
Si se siguiera este sistema, la reducción de los costes energéticos y económicos podría suponer que por primera vez sería posible producir agua potable a partir de agua de mar con un coste inferior por metro cúbico que el obtenido por otras vías como pantanos, canales y trasvases.
Grandes emisiones de CO2
La organización ecologista WWF/Adena ya alerto en su momento d del riesgo que corría el Gobierno español de incumplir el Protocolo de Kyoto si construye todas las plantas desalinizadoras que tenía previstas dentro del Programa Agua, y que suman unos 600 hectómetros cúbicos anuales a lo largo de todo el litoral mediterráneo, de los cuales 150 corresponden a la Región de Murcia.
Para alcanzar esta producción se necesitarán 2.400 millones de kilovatios/hora de energía, la mayor parte de la cual procede de plantas de ciclo combinado que emiten CO2 a la atmósfera.
Los ecologistas cifran el incremento de CO2 a la atmósfera en un millón de toneladas anuales. Se trata de un cálculo conservador, ya que ese nivel extra de contaminación llegaría a los 2,4 millones de toneladas si se ejecutara al cien por cien el Programa Agua.
Para producir la energía que requieren las plantas desalinizadoras se necesitan actualmente cuatro millones de kilovatios/hora por cada hectómetro cúbico, un millón de metros cúbicos. Esto representa el equivalente al consumo anual de 1.125 familias. Sólo hay que empezar a multiplicar para percatarse de la cantidad de energía que requiere la desalinización.
Además, otro de los inconvenientes se encuentra en el proceso de extracción de la sal del agua de mar se producen residuos salinos que, una vez vertidos al mar, perjudican a la flora marina al aumentar la salinidad de las aguas. También la sedimentación en tierra podría afectar a la agricultura.
Las desalinizadoras se instalarían en lugares no ocupados por las urbanizaciones turísticas. Son complejas instalaciones que se alejarían del entorno del hombre, en la costa mediterránea quedan pocos lugares que no estén tomados por las constructoras.
Habría que realizar nuevas y costosas obras de infraestructura para trasladar el agua desalada a las zonas donde es necesaria.
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